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He tenido los ojos abiertos, pero lo que no he sorteado ni he tirado al cielo son mis culpas, he visto pasar un invierno más, he querido sanarme, me he creído una vez invencible pero me envuelvo de una capa que no es precisamente mi piel, como si la basura me arrastrará, tengo ese fuego que cada cierto tiempo explota, pastillas que calman, pero que en el fondo engañan.
Trato cada vez acomodarme, y no precisamente de ciudad porque después de dos años, curiosamente casi como en un vagón de tren que viaja rumbo a la estación de paso, esas imagenes paralelas que anuncian ese esperado vuelo, que jamás llega o al menos tarda, obligaciones que tengo impuestas en mi cabeza, que se adormecen cuando debo realizarlas,
¿Qué pasa? esa maldita pregunta que ya es recurrente en mí, me estaré acostumbrando a preguntarme eso todos los días, sé que debo seguir mil y un consejos, pero mi egoísmo se hace mayor, crónicas que no se a donde van, distancias que me hacen dudar, y también odiar, errores que ya no son corregibles porque se fueron y no se encontraron, yo diría que decidimos seguir.
Es muy fácil demostrar, pero muy difícil de creer, el verdadero sentido de querernos de tenernos, ese des cubrimiento a nuevas tierras, que no he experimentado aún y mis ansias se alborotan, otra vez más me dicen que están lejos de cumplirse, y viene la rabia, el exceso de paciencia que no conosco y se convierte en cobardía, no quiero que me quiten ese silencio que tranquiliza, sé que de nada me sirve soñar si me olvido de lo demás....